Aventura en el bosque
Érase una vez, en una tierra lejana, un gran bosque conocido como el Bosque Encantado. Este bosque era diferente a cualquier otro bosque en la tierra, porque se decía que estaba habitado por criaturas mágicas, y que aquellos que entraran nunca volverían a ser los mismos.
Muchos habían intentado explorar el bosque, pero ninguno había regresado para contarlo. Se rumoreaba que el bosque estaba custodiado por una poderosa hechicera que podía controlar el tejido mismo de la naturaleza. La gente de los pueblos cercanos le tenía miedo al bosque y advertían a sus hijos que nunca se aventuraran demasiado cerca de su borde.
Pero había una niña que no tenía miedo. Su nombre era Eliza, y siempre había sentido curiosidad por el bosque. Había escuchado las historias, pero no las creía. Pensó que tal vez el bosque no era tan peligroso como decía la gente.
Un día, mientras recogía bayas, se encontró al borde del Bosque Encantado. Miró hacia los árboles altísimos y sintió una sensación de asombro. Respiró hondo y se adentró en el bosque.
Al principio, el bosque parecía como cualquier otro bosque. Pero a medida que caminó más y más profundo, comenzó a ver cosas extrañas. Los árboles parecían estar vivos, y las flores eran más brillantes y vibrantes que cualquiera que hubiera visto antes. Escuchó susurros en el viento y vio destellos de movimiento por el rabillo del ojo.
Pero ella no tenía miedo. De hecho, se sentía más viva que nunca antes. Siguió caminando, más adentro del corazón del bosque. Y entonces la vio, la hechicera.
La hechicera era una mujer hermosa con cabello largo y suelto y ojos que brillaban como diamantes. Llevaba un vestido hecho de hojas y flores, y sostenía un bastón en la mano. Eliza tenía miedo al principio, pero la hechicera le sonrió y dijo: "No tengas miedo, niña. Soy la guardiana de este bosque y no quiero hacerte daño".
Eliza se acercó a la hechicera y hablaron durante horas. La hechicera le contó a Eliza historias de las criaturas mágicas que vivían en el bosque y ella le mostró los secretos del bosque. Eliza vio criaturas que nunca antes había visto: hadas, unicornios y animales parlantes.
Y cuando el sol comenzaba a ponerse, la hechicera le dijo a Eliza: "Has demostrado ser digna, niña. No has tenido miedo del bosque y has mostrado respeto por sus habitantes. Te doy permiso para ir y venir de este bosque como quieras. Pero recuerda, no todos los que entran en el Bosque Encantado son tan afortunados como tú".
Eliza asintió y, mientras caminaba de regreso a su pueblo, supo que nunca olvidaría la magia del Bosque Encantado. A partir de ese día regresaría al bosque cada vez que pudiera, y siempre recordaría a la hechicera y las criaturas mágicas que allí habitaban.